Mostrando entradas con la etiqueta Despedida. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Despedida. Mostrar todas las entradas

lunes, 8 de febrero de 2016

Ya no estás aquí



Ya no estás aquí

Te vas de mi vida y es inevitable detener tu inminente partida, tuve errores  muy grandes. Tu corazón ya no es el mismo de antes, pues lastime esos sentimientos verdaderos que estaban dentro de él. Cómo le pido a Dios en mis noches que me devuelva ese calor con el que me mirabas... Pues ahora tu mirada está llena de frío, orgullo, resentimiento y aunque aún te encuentres algo cercana a mi vida. Ya no estás aquí.

Pero déjame decirte algo antes de que marches... Todo lo que he logrado lo he logrado junto a ti, por ti mi vida tiene sentido y veo más claro mi norte. Ahora que siento que no estás mas para mí, no sé qué hacer... Soy ese velero que navega el inmenso mar sin encontrar destino alguno, soy esa carta que nunca se entregó... ¡Soy todo y a la vez nada sin ti!

Si decides tomar un camino que no sea de mi mano después de leer estas líneas, quiero que te lleves lo mejor de mí. Recuérdame como un tesoro en tu vida, ese que guardabas para ti siempre. Déjame decirte que jamás encontraré de nuevo a alguien como tú. Hoy eres la dueña de mi camino, nadie ha logrado dejar huella en mí como lo hiciste tú, y... ¿Qué hacer? Si hasta promesas hago a los cielos para ver si logro recuperar ese amor puro que me ofrecías.

Si te vas, espero que no pase mucho tiempo para que vuelvas a mi vida. Mi corazón va a estar sentado en el mismo lugar esperando que regreses… Aunque creo que esto es solamente una ilusión. Ahora se cuanto te quiero, y siento un gran remordimiento en mi alma por no haberte dado ese espacio especial que tenías en mi vida. Recuerdo haberle perdido a Dios con toda mi fe, tenerte de nuevo cerca a mí. ¿Y qué crees? Me concedió tenerte de nuevo al frente de mis ojos… Pero esta vez tu mirada era totalmente diferente a las de antes, en ese instante de mi vida fue que pude comprender que ya no estás aquí.

Espero que todo esto que está sucediendo sólo sea un mal sueño…

Álvaro Agudelo

viernes, 5 de febrero de 2016

Aferrado a los recuerdos



Aún no te olvido...

Aferrado a los recuerdos

Al marcharte, dejaste un vacío gigantesco en el fondo de mi alma. Pues como yo te amé nadie te amará jamás. ¿Por qué me abandonaste? Esa pregunta ronda en mi cabeza todos y cada uno de los días que pasan. A mí alrededor todo se torna frio y gris, pues la felicidad, la alegría y el calor que tu compañía me brindaba se han ido contigo. Lagrimas, dudas, pensamientos sin fin… en eso consisten mis días desde que no estás.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que te vi, y sólo me pregunto cómo pudiste olvidar todo lo que pasó entre nosotros. Como te las ingeniaste para lograr abrir las puertas de tu corazón a alguien más. Ese corazón que por mucho tiempo vibró con mi presencia. Ese corazón que sólo yo lograba acelerar… De verdad que no entiendo como superas tan fácil y rápido a alguien al que le juraste amor eterno.
Pero bueno, en la vida todo sucede por una razón y todo se mueve por la gracia de Dios. Muchas veces el nos cierra puertas para darnos paso a algo más grande y mejor. Pero el olvido toma su tiempo, y mientras tanto estaré aquí aferrado a los recuerdos, recordando todas las cosas que contigo viví. Las buenas y las malas… Las buenas para recordarte como un regalo que Dios y la vida me brindaron para tener ratos de felicidad y permitirme soñar con los ojos abiertos. Y las malas para darme cuenta que en la vida se cometen errores y de estos se debe sacar provecho para no cometerlos de nuevo.
Mil y mil gracias a ti por haberme permitido inscribirme en tu ayer, se que aunque ahora no tomo parte en tu presente, lo quieras o no estaré por mucho tiempo en tu memoria. Y lo único que te pido es que me guardes como un bonito recuerdo, que si me cruzas por tu camino no tengas que elevar tu mirada al cielo. Que al contrario me veas y me sonrías… Aún recuerdo aquel brillo en tu mirada la primera vez que te crucé en la calle. Espero que aquella persona que ahora ocupa mi lugar sea capaz de sacar ese mismo brillo de ellos. Te deseo “toda la felicidad del mundo” aunque para mí, siempre será una felicidad incompleta…

Álvaro Agudelo

viernes, 29 de enero de 2016

Carta de despedida





Carta de Despedida

“Si por un instante Dios se olvidara de que soy una marioneta de trapo y me regalara un trozo de vida, posiblemente no diría todo lo que pienso, pero en definitiva pensaría todo lo que digo.
Daría valor a las cosas, no por lo que son sino por lo que significan.
Dormiría un poco, soñaría más, entiendo que por cada minuto que cerramos los ojos, perdemos sesenta segundos de luz. Andaría cuando los demás se detienen, despertaría cuando los demás duermen. Escucharía cuando los demás hablan y cómo disfrutaría de un buen ¡helado de chocolate!
Si Dios me obsequiara un trozo de vida, vestiría sencillo, me tiraría de bruces al sol, dejando descubierto, no solamente mi cuerpo sino mi alma.
Dios mío si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol. Pintaría con un sueño de Van Gogh sobre las estrellas un poema de Benedetti, y una canción de Serrat sería la serenata que le ofrecería a la luna. Regaría con mis lágrimas las rosas, para sentir el dolor de sus espinas, y el encarnado beso de sus pétalos…
Dios mío, si yo tuviera un trozo de vida… No dejaría pasar un solo día sin decirle a la gente que la quiero. Convencería a cada mujer u hombre que son mis favoritos y viviría enamorado del amor.
A los hombres les probaría cuán equivocados están al pensar que dejan de enamorarse cuando envejecen, sin saber que envejecen ¡cuando dejan de enamorarse! A un niño le daría alas, pero dejaría que él solo aprendiese a volar. A los viejos les enseñaría que la muerte no llega con la vejez, sino con el olvido. Tantas cosas he aprendido de ustedes, los hombres… He aprendido que todo el mundo quiere vivir en la cima de la montaña, sin saber que la verdadera felicidad está en la forma de subir la escarpada. He aprendido que cuando un recién nacido aprieta con su pequeño puño, por primera vez, el dedo de su padre, lo tiene atrapado por siempre.
He aprendido que un hombre sólo tiene derecho a mirar a otro hacía abajo, cuando ha de ayudarle a levantarse. Son tantas cosas las que he podido aprender de ustedes, pero realmente de mucho no habrán de servir, porque cuando me guarden dentro de esa maleta, infelizmente me estaré muriendo.
Siempre di lo que sientes y haz lo que piensas. Si supiera que hoy fuera la última vez que te voy a ver dormir, te abrazaría fuertemente y rezaría al señor para poder ser el guardián de tu alma. Si supiera que esta fuera la última vez que te vea salir por la puerta, te daría un beso y te llamaría de nuevo para darte más. Si supiera que esta fuera la última vez que voy a oír tu voz, grabaría cada una de tus palabras para poder oírlas una y otra vez indefinidamente. Si supiera que estos son los últimos minutos que te veo diría “te quiero” y no asumiría, tontamente, que ya lo sabes.
Siempre hay un mañana y la vida nos da la oportunidad para hacer las cosas bien, pero por si me equivoco  y hoy es todo lo que me queda, me gustaría decirte cuando te quiero, que nunca te olvidaré.
El mañana no está asegurado a nadie, joven o viejo. Hoy puede ser la última vez que veas a los que amas. Por eso no esperes más, hazlo hoy, ya que si el mañana nunca llega, seguramente lamentarás el día que no tomaste tiempo para una sonrisa, un abrazo, un beso y que estuviste muy ocupado para concederles un último deseo. Mantén a los que amas cerca de ti, diles al oído lo mucho que los necesitas, quiérelos y trátalos bien, toma tiempo para decirles “lo siento”, “perdóname”, “por favor”, “gracias” y todas las palabras de amor que conoces.
Nadie te recordará por tus pensamientos secretos. Pide al señor la fuerza y sabiduría para expresarlos. Demuestra a tus amigos cuanto te importan.

Gabriel García Márquez