El motor de mi vida
Todos
los días de mi vida se cruzaba por mi mente una pequeña pregunta, ¿Por qué
razón hago lo que hago día tras día? Además de esta surgían muchas más… ¿Qué me
motiva a hacerlo? ¿Estoy obligado a hacerlo? Siempre me preguntaba esto y mis
días seguían transcurriendo sin hallar respuesta alguna.
Un
día como cualquier otro levanté mi mirada, y unos ojos llenos de amor y de
ternura se quedaron viéndome fijamente… En ese momento tembló todo mi cuerpo, y
pude comprender muchísimas cosas a las que antes no les encontraba sentido
alguno. Dios y la vida me enviaron un regalo, que para mí es el tesoro más
grande.
Ahora
todo lo veía más claro… ahora sí sabía por qué hacía lo que hacía día tras día,
pude comprender cuál es la verdadera motivación de mi vida y supe que aunque no
estuviera obligado a hacerlo para mí sería un deber el resto de mi vida.
¡Esos
ojos! Me di cuenta que esos ojos pueden arreglar un día que vaya mal. Comprendí
que esos ojos pueden darle calma a cada problema que yo tenga, aunque sea
difícil… Y que también pueden guiar mis pasos para no equivocarme.
Toda
mi vida tiene sentido gracias a la dueña de esos ojos, pues ella poco a poco
con su esfuerzo, lucha y dedicación supo ganarse y adentrarse en lo más
profundo de mi corazón. Ella me entregó todo de sí sin esperar nada a cambio…
Ahora después de todo esto surgen nuevas preguntas en mi cabeza… ¿Podré pagarle
algún día? ¿Me dará la vida la oportunidad de devolverle todo lo que hizo por
mí? Tal vez algún día les encuentre respuesta. Por ahora sólo me resta seguir
luchando, haciendo lo imposible por hacerla feliz y seguir el camino correcto
para que ella se sienta orgullosa.
Por
todo esto y mucho más quiero agradecerle a mi madre por estar siempre ahí, por
haber tenido la valentía de apoyarme y no abandonarme jamás, por no desfallecer
a pesar de los problemas y le doy gracias a Dios por permitir que estés a mi
lado… Por siempre serás el motor de mi vida.
Dedicatoria
a mi madre.
Álvaro
Agudelo
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